La castaña ha sido un pilar fundamental en la historia y la cultura de Asturias durante siglos. Antes de la llegada del maíz y la patata, este fruto era una de las principales fuentes de alimento, especialmente en las zonas rurales y de montaña. Los castañares, además de proporcionar sustento, han moldeado el paisaje asturiano, convirtiéndose en espacios de alto valor ecológico y cultural.
cáscara de castaña.
Cada otoño, la recolección de castañas es una tradición que une a familias y comunidades en torno a la naturaleza y la gastronomía. Festividades como el «amagüestu» celebran esta herencia, combinando la castaña asada con la sidra dulce recién fermentada. Hoy en día, la castaña asturiana sigue siendo apreciada en la cocina y en la industria, con productos como el marrón glacé y nuevas aplicaciones innovadoras que revalorizan este recurso natural.
A pesar de su valor simbólico y cultural, la cáscara de castaña ha tenido históricamente un uso limitado en los hogares, donde su destino más común ha sido alimentar el fuego de las chimeneas. A nivel industrial, se ha empleado principalmente como biomasa para calentar los hornos que secan las castañas, aunque su uso es reducido debido a la naturaleza algodonosa de su interior, que tiende a obstruir los conductos. Este aprovechamiento parcial ha hecho que, en muchos casos, la cáscara termine considerándose un residuo sin un propósito definido.
Primeras pruebas de la investigación para convertir la cáscara de castaña en un material sostenible. Año 2020
Precisamente, es esta fibra algodonosa y la alta concentración de taninos en las cáscaras lo que las convierte en un subproducto ideal para transformarlas en un biomaterial ecológico, resistente y ligero. En nuestro proceso, la obtención de las cáscaras se realiza en los lugares más cercanos posibles, en Asturias, el Bierzo y Galicia, regiones donde la castaña es un recurso natural y su transformación genera este valioso subproducto. La proximidad no solo garantiza la trazabilidad y calidad de la materia prima, sino que también refuerza nuestro compromiso con una producción sostenible y de bajo impacto ambiental.
En nuestro taller de Asturias, las cáscaras de castaña se trituran hasta alcanzar el tamaño adecuado y luego se mezclan con aglutinantes naturales de uso culinario, creando una masa homogénea y maleable, en un proceso que guarda cierta similitud con la cerámica. Una vez moldeadas, las piezas se dejan secar al aire durante semanas hasta que se curan totalmente. No aceleramos este proceso, ya que un secado rápido provocaría grietas y deformaciones.
Cuando el material está completamente seco, su apariencia y propiedades se asemejan más a la madera, lo que nos permite lijarlo y mecanizarlo con precisión para obtener superficies suaves al tacto. Finalmente, aplicamos acabados con ceras naturales que realzan el color, la textura y la durabilidad del material.
Así nace Biocastanar®, un material innovador y ahora una marca registrada, que continúa evolucionando con el propósito de ampliar sus aplicaciones y explorar todo su potencial. Los siguientes pasos serán seguir trabajando en la parte de expresión artística, como artesano novel quiero descubrir cómo dialoga con las técnicas tradicionales, experimentar con sus posibilidades y encontrar un lenguaje propio dentro de su singularidad. Me interesa rescatar métodos ancestrales y fusionarlos con nuevas formas de expresión para desarrollar un estilo que refleje la identidad del material y su conexión con la naturaleza.
Paralelamente, iniciamos la investigación para su caracterización técnica, un paso esencial para comprender sus propiedades, compararlo con materiales similares y potenciar sus cualidades únicas. Una vez dispongamos de estos datos, podremos diseñar productos que aprovechen al máximo sus capacidades físicas y avanzar en la creación de procesos de producción más eficientes, sentando las bases para su futura industrialización.
Si crees que podemos colaborar en algún proyecto, no dudes en ponerte en contacto con nosotros, escríbenos a manuel@arbio.art
